17 de marzo de 2011

Temporalidad y Temperamentalidad.

Es harto cruel la vida. El tiempo manipula a su antojo; a veces pareciera detenerse y alargar agonías a destajo, mientras en otras ocasiones pasa como un cohete encendido y no alcanzamos a notarlo.
Hoy se cumplieron ciento veinte días. Cuatro meses sin ver a mi papá, pero pareciera que han pasado cuatro años. Las dudas, los misterios sin resolver, las explicaciones que nunca llegaron, ya son pan de cada tortuoso día. Me repito todas las noches que es hora de perdonar, comprender lo incomprensible y sonreír. La pena no se va, sólo tengo que aprender a vivir con ella y algún día seré capaz de transformarla en fuerza para resurgir como un fénix -o eso espero-. Por mientras, sigo en cenizas que se mezclan con el polvo, esperando que un milagro o lo que sea que se le asemeje llegue con una escoba y una pala en mano a juntar lo que solía ser una Pali.
Por mientras, la lucha sigue, y vamos pa' adelante nomás. ¿Sin mirar atrás? Imposible, lo que fui, lo que hicieron de mí y lo que soy determinan en cierto grado lo que me depara el futuro.



¡Pero cómo te extraño, Chicho!

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