19 de octubre de 2013

En días como hoy, la entrada anterior a esta cobra mucho más sentido.

Restos de amor. O volá, restos de una mentira nomás. A veces pienso que me compré tanto tiempo discursos vacíos porque puro sonaban bonitos. Re charcha pensar eso, también creo que me merecía algo un poquito mejor.

Va un mes de cambios, de re-adaptarse a la vida, a la gente, a peleas difíciles de ganar. Un mes de aprender que cuando un sentimiento es de verdad, no cambia en dos semanas. De recordar todos los días que los hombres no piensan con la cabeza que deberían pensar. De buscar algo que pegue restos de corazón roto y de pulmones cansados. De asumir que la comodidad de unos es la incomodidad de otros, y que el mundo necesita de esa gente incómoda y valiente. Un mes de re-descubrir que valgo más de lo que vale una pena, una enfermedad, una mentira y una verdad.

Lo bueno de todo esto (volá siempre va a haber algo bueno, por suerte) es que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante. También hay motivos pa ponerse de pie; hay sueños, hay metas, hay proyectos: hay varias luces al final del túnel. Y hay gente, con amor de verdad, tirando de la cuerda que me va a ayudar a salir del hoyo negro. Cuando salga, ya no me voy a quedar esperando sentada mirando el horizonte. Voy a vivir todo lo que me he perdido.