
Unos chiquillos que conozco tienen una canción que dice más o menos así:
"Volver a comenzar... cortar el tiempo en dos. Soñar la realidad, que todo estará mejor (...)"
Y sipo, es lo que quiero. O sea, más o menos. En realidad, no sé si sea necesario volver a comenzar, sino más bien retomar todo con mucho más entusiasmo. Pero claramente, cada vez que me planteo soñar la realidad, la vida como quiero que sea, me la imagino casi perfecta. Y digo "casi" porque si la planteara totalmente perfecta, no habrían obstáculos que sortear y eso la convertiría en una vida plana, rutinaria... o sea, dejaría de ser perfecta. Porque para mí, parte de ese mundo utópico e idealizado que se forma en mi cabeza está compuesto también por momentos agrios de vez en cuando.
Punto aparte, anoche soñé que por fin tenía un teletransportador. Y bueno, era uno muy al estilo Pali. Eran los globos más coloridos inflados con helio, que me llevaban a viajar a la velocidad de la luz, y convertir cinco días en sólo cinco minutos, de modo que de una vez por todas una bendita espera se acababa.
La verdad, partí amando esos globitos, pero terminé detestándolos porque volvieron todo demasiado fácil, y, -regresando con esto al tema de que lo perfecto pierde la gracia- con ello, le quitaron esa cuota de autenticidad, de la cuenta regresiva que casi me tortura, y de ese gusto agradable del extrañar, de sentir que todo se ha vuelto tan importante, y de saber y esperar con ansias que ya queda cada vez menos.